Julien DurixJulien Durix
©Julien Durix|Xavier Thomas
Pintor

Julien Durix

El vichyano Julien Durix es un talentoso artista del pincel, hiperactivo con los acrílicos. De niño, se aficionó a la pintura, empujado por figuras familiares que también eran artistas.

Su camino parecía claro, pero estaba casi perdido cuando, a la edad de elegir, se puso a buscar un «trabajo de verdad». Por suerte, cuando los planes serios fallaron, apostó por las tres tablas que tenía de antemano y le salieron los números correctos. La vida es un juego, por eso los niños lo tienen fácil. Julien Durix es un chico que se divierte. Y el chico es popular: las galerías Bartoux que lo ficharon pronto exponen su obra en los campos de París, las playas de Normandía y las pistas de Courchevel, pero también en Singapur y Nueva York.

Cuando se le pregunta qué estrellas iluminan su universo, cita a algunos clásicos, y luego a Banksy y JonOne. Y, efectivamente, su pintura sintetiza el sentido del absurdo situacional de la primera y la dimensión cromática de la segunda. Ilustrando las mismas influencias, combina el negro del Street Art y los colores del Pop Art de Andy Warhol o Roy Lichtenstein.

Un artista, uno de verdad

En su mundo

Los temas son transgresores sin prejuicios e irreverentes sin violencia. Toman prestados los códigos estéticos de la posguerra y de los años sesenta, confrontan frivolidad y seriedad, organizan encuentros improbables entre Charlie y Mickey Mouse o Popeye y Mohamed Ali, e incluso hibridan iconos, como Marilyn como Mona Lisa u Obama como Superman. Por muy temprano que sea su carrera, la aceleración ha sido brutal. Pero la órbita va tomando forma y con ella (varias veces) el recorrido del planeta.

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